Jin conduce a toda velocidad por las calles repletas de la vida nocturna, se dirigen a las afueras de la ciudad, no sin antes haberse detenido para comprar un par de pizzas en un lugar escondido en una diminuta calle pero el olor era bastante delicioso. También se habían detenido para comprar varios six pack de cerveza, la bebida perfecta para acompañar la pizza, las cuales se las entregaron en una hielera para que no perdieran la frescura, aunque no era necesario con las noches frías del otoño.
-Veo que sigues sin hacerme caso y escuchas a Katy Perry… Y dudo que Yamashita se haya subido de nuevo a tu auto ¬¬
Anika apaga de repente el estéreo del auto, ya que no puede soportar escuchar por millonésima vez “California Gurls” en la radio.
-Así que no te gusta la canción….
Un brillo malévolo aparece en los ojos de Jin y vuelve a encender el estéreo, sube todo el volumen y comienza a cantar
-California gurls…. La la la…. Sun kissed skin so hot we’ll melt your popsicle….wo wo wo…
-¡Oh por dios! ¡¿Quieres dejar de cantar ese himno a Satán?!
Jin estalla en carcajadas y cambia de estación en la radio. Anika lo golpea con el puño cerrado en el hombro para después prender un cigarro. El aire frío se sentía bien y más a la velocidad en que conducía Jin.
-Lo siento, no volveré a burlarme de ti.
-u_ú eso espero, que soy capaz de patearte el trasero aunque no lo creas
-Claro que lo creo Anika
Jin sigue con la mirada fija en la calle mientras sonríe. Anika hace una especie de puchero mientras se recuesta completamente en el cómo asiento del Ferrari. Al cerrar los ojos, vuelven todos los episodios de su vida que le ha contado hasta ahora a Jin y todavía no puede creer que haya sido con tanta facilidad. Definitivamente Akanishi tiene algo que la hace sentir “En familia”.
-Dime Anika ¿Las visitas de ese chico se volvieron más frecuentes?
Pregunta Jin de la nada
-Así es. Me ayudó a arreglar el ático, juntos practicábamos el violín… fueron años bastante buenos. Llenó el vacío que había dejado Toma…
Efectivamente, todo el tiempo que pasaron juntos aquel chico y Anika le ayudaron a sobrellevar la ausencia de Toma, quien llegó a escribir un par de cartas en las que prometía seguir en contacto y visitarlos más seguido. Esta promesa hizo que Anika creyera tener la oportunidad para pedirle perdón a Toma y decirle que estaba muy feliz por él.
Esa oportunidad nunca llegó.
Cada que llegaba el cartero, Anika corría con las encargadas del orfanato a la espera de alguna carta, de algún mensaje. Después de meses, Anika se había dado cuenta que esa carta nunca llegaría. Se refugió en el ático y la música que le enseñaba ese chico cada noche.
Era todo un placer verlo tocar el violín, con tanta pasión, con tanta habilidad, es como si ese instrumento fuera una expansión del cuerpo del chico. Él le enseñaba con paciencia cada uno de los movimientos necesarios para hacer que el violín compartiera sus notas, aunque claro, no era muy difícil, ya que Anika aprendía puramente de oído y lo emulaba a la perfección.
Cuando más decaída se sentía Anika, más complaciente era él. Simplemente la abrazaba y consentía con todo: chocolates, dulces y, cuando la tristeza era más evidente, se quedaba a dormir con ella desapareciendo al día siguiente.
Y así pasaron 3 años.
Niños llegaban, niños fueron adoptados en el orfanato y Anika seguía ahí. Las encargadas estaban claramente preocupadas al ver que la niña no ponía de su parte para que alguna pareja la adoptara. Se había corrido el rumor de que Anika era una niña trastornada. Cuando alguna pareja se le acercaba, ella los miraba fijamente y comenzaba a decirles que atrás de ellos se encontraba un “fantasma” muy molesto e inmediatamente después algo asustaba a dichas personas: un toque en la espalda, una corriente helada en pleno verano, un suspiro inentendible, y las personas literalmente salían corriendo.
La directora del orfanato habló muy seriamente con Anika. Al preguntarle el por qué hacía esas cosas, simplemente la niña les respondió
-¿Usted me asegura que no me abandonaran?... Yo no lo creo…. Mi propia madre lo hizo por alguna razón. Así que nadie puede estar seguro de que ellos no hagan lo mismo…
La pequeña Anika había salido de la oficina de la directora azotando la puerta, y no la vieron bajar del ático por varios días, cosa que preocupó bastante, porque había cerrado la puerta con seguro, no comía, no tomaba nada, ni siquiera las cosas que aquel chico le llevaba.
-Debes comer…
-No quiero…
-Debes de entender ellas lo hacen por tu bien y…
Por primera vez Anika miró bastante enfadada a ese chico, no podía creer lo que le había dicho.
-Tú no entiendes… A ti no te abandonaron como un objeto inservible…
El chico la miró sorprendido por esa actitud. Se acercó a ella y la abrazó
-Anika lo siento…
-¡Vete! ¡No quiero verte! ¡Eres igual que todo el mundo!
Se zafó del abrazo y se fue a su rincón favorito. Había cogido a su muñeca y comenzó a tararear una canción extraña mientras se mecía de un lado a otro.
-Nunca creí que fueras capaz de rebelarte de esa manera…
-Ni yo tampoco, pero admito que la partida de Toma me afectó mucho. Tuvieron que pasar un par de años para que me bajara la neurosis jajaja… es más, sin medicamentos pudieron hacerlo.
Anika cambia de estación en la radio. Comienza a sonar “In the End” de Linkin Park.
-¿Medicamentos? ¿Desde esa edad?
Pregunta Jin algo impresionado por la confesión de Anika.
-Ah, si. Un psiquiatra vino al orfanato. No me hizo ninguna prueba, ninguna entrevista. Sólo me observó 5 minutos, Jin. ¡5 minutos! Y ya me había clasificado como una niña con brotes psicóticos.
Anika prende otro cigarro mientras sonríe sarcásticamente.
Efectivamente, Anika fue medicada debido a que tenía, en la opinión tanto del psiquiatra como de las cuidadoras del orfanato, alucinaciones de todo tipo. Obviamente ese “doctor” no tenía la más remota idea de lo que realmente sucedía con ella, por lo que, lo más sencillo, fue mantenerla bajo efectos de medicamentos.
Al principio, siguió el tratamiento al pie de la letra. Cada mañana, junto el de desayuno, una de las encargadas le daba sus pastillas. Pero esa rutina no duró mucho, ya que los medicamentos comenzaron a desaparecer gracias a los espíritus que vivían en el ático, como si supieran que aquellas pastillas hicieran daño más que ayudarla.
-Así fue como dejé las pastillas… jajaja… creo que no duré más que 2 semanas en tratamiento ¿Qué loco, no?
-Esos fantasmas te protegían mucho ¿cierto?
-Si, inclusive de mi acompañante nocturno… No es que fueran muy poderosos, pero no dejaban de molestarlo, lo mordían, le jalaban el cabello…
-Como mosquitos…
-Pero unos muy queridos por mi….
La estación de radio comienza a transmitir una hora dedicada a los clásicos del rock y para abrir dicho programa comienza a sonar “Creep” de Radiohead. Jin conduce por un puente que pasaba por encima del mar, la velocidad era perfecta, el viento fresco envuelve el cuerpo de Anika y de manera inconsciente comienza a cantar
-I don’t care if it hurts… I wanna have control, I want a perfect body, I want a perfect soul…
Jin la mira de reojo. Cuando se pierde en su propio mundo, Anika tiene un aura diferente que muestra lo que verdaderamente hay en su interior: dolor, sueños, amor.
- I want you to notice when I’m not around… You’re so fucking special… I wish I was special…
El ritmo estridente de tan maravillosa canción comienza a hacer efecto en Anika y, al llegar el coro, eleva más su voz.
-But I’m a creep… I’m a weirdo ¿What the hell am I doing here? I don’t belong here…
Cuando termina la canción, Anika sigue sumergida en su propio mundo mirando el paisaje que pasa rápidamente. Jin la mira tratando de respetar ese silencio, cuando la chica deja escapar un suspiro, decide intervenir.
-Eres toda una caja de sorpresas, Anika….
-¿eh?
-Tienes una voz hermosa… ¿qué falta ahora? ¿Qué cantes la opera de “Carmen?
Ante tal comentario, Anika se sonroja y se cubre completamente con su chaqueta.
-¡Dios!...arrrgh.... ¡Que pena!........
-Jajaja… No lo dije para burlarme de ti. En verdad, tienes una voz muy linda.
-Gracias pero…. Mi voz no se compara con la que tiene mi hermano. Él sí que sabe cantar y… yo…. Bien, sólo…
En un gesto imprevisto, Jin alborota el cabello de Anika sin despegar la vista del camino, esto hizo que la chica se sonroje y emitiera un pequeño gruñido.
-Vuelves a burlarte de mi Akanishi….
-No lo hago, en verdad… ¿Quién te enseñó a cantar?
-Mi mamá… Ella me enseñó lo necesario para desarrollar mis “dones” como los llamaba.
Los ojos de Anika se iluminan de una manera especial al recordar a su madre. Jin se queda nuevamente en silencio respetando ese momento. Poco después vuelve a preguntar:
-¿Cuándo fue que conociste a tus padres?
-Fue cuando tenía 9 o 10 años, todo gracias a Subaru…
-¿Subaru? No creo recordar que me lo hayas presentado
Jin hizo un gesto de confusión mientras tomaba una salida en la no tan congestionada avenida para ingresar a un tipo autopista que rodeaba la ciudad.
-Él es un amigo… Un tanto especial. No congenia fácilmente con la gente, no porque sea una persona difícil de tratar, simplemente porque… su historia es igual o más rara… inusual que la mía….
-¿Más especial que la tuya?... No lo creo…
-Yo no creo que soportaría haber pasado por lo que él ha pasado… saber lo que él sabe…
-¿Te molestaría contarme algo?
Jin apaga la radio para prestarle toda su atención a Anika.
-Él es una parte fundamental en mí y… Para comprender muchas cosas que han pasado en mi vida, debes saber quién es Subaru…
Subaru Shibutani. No tenía palabras para poder describirlo. Si a tan corta edad pensaba que su vida era todo caos, cuando lo conoció supo que no era la única que sufría de un estilo de vida lleno de incertidumbre y dolor.
Desde muy pequeño él sabía que poseía un do bastante obscuro, bastante doloroso. Hijo único de una madre soltera, vivía en un modesto apartamento. Nunca preguntó quién era su padre, ya que le bastaba con el cariño que le brindaba su mamá, una joven de no más de 28 años que trabajaba todas las noches en un bar hostess entreteniendo a los clientes cantaba canciones Enka.
Nacido en Osaka, siempre fue un niño retraído, sombrío con las personas que no veían con buenos ojos, ya que le gustaban las cosas extravagantes desde muy temprana edad. No estaba seguro si se debía a que cada noche veía cómo se arreglaba su madre para ir a trabajar, pero para él era la cosa más natural del mundo estar rodeado de vestidos entallados, maquillaje, zapatos de tacón y el delicado perfume de su mamá.
Heredo la voz privilegiada de su madre pero con un toque bastante particular. Cada noche, mientras su madre se arreglaba para el trabajo, comenzaba a cantar alguna vieja canción de Enka tal como si la misma poseyera su cuerpo, se podría decir que todo su cuerpo reaccionaba.
Pasaron los años y por cuestiones del destino, tuvieron que irse rápidamente de Osaka y terminaron viviendo en Tokyo. Nunca entendió el por qué del cambio tan repentino, pero desde ese día su madre parecía haber cambiado. Por mucho que trató de ocultarlo, Subaru se dio cuenta de que su madre había perdido la alegría y el motivo de esa pérdida había sido el culpable del exilio de Osaka.
Y fue entonces cuando esa primera visión llegó. Fue a la edad de 10 años cuando, una noche al estar peinando el cabello de su madre, sintió un fuerte mareo y al momento de cerrar sus ojos por un instante, vio a su madre sobre su cama y bañada en sangre. Cuando abrió los ojos rápidamente, se encontró con la mirada preocupada de su madre quien le acariciaba tiernamente la mano.
-¿Subaru-chan? ¿Estás bien?
Instintivamente asintió su cabeza para no preocupar a su madre y continuó peinándole el cabello. Cuando su mamá se despidió para irse al trabajo, Subaru estaba acostado en su cama esperando no volver a tener esa horrible pesadilla. Cosa que no pasaría… Esa noche y las siguientes, esa visión regresó siendo cada vez más clara, más gráfica.
Una noche mientras peinaba a su madre, le miró a los ojos por medio del reflejo del espejo. Definitivamente la alegría, la esperanza habían escapado de su madre.
-Meiko… ¿Tienes miedo a la muerte?
Su madre le miró a los ojos sorprendida, no porque Subaru le llamara por su nombre en lugar de llamarla “mamá”, de hecho era lo más natural para ella, sino por la repentina pregunta. Dudó un momento antes de responderle. Finalmente sonrió.
-¿No crees que eso puedo sonar un poco escalofriante, Shibutani?
-Solo… Lo siento…
Subaru agachó la mirada y continuó peinándole el cabello con lentos movimientos. No podía decirle lo que veía noche tras noche en sus sueños, y no se debía al miedo de perderla. Hacía mucho que, aún a su corta edad, había dejado de depender de ella. Su estilo de vida les había impedido ser una familia “normal”. Ella durmiendo en el día mientras Subaru iba y regresaba de la escuela. No la odiaba por eso, al contrario tenía un profundo agradecimiento y admiración por todo lo que hacía su madre para sacarlo a flote. Simplemente era el carácter de Subaru, le costaba demostrar sentimiento alguno. La vida le había hecho crear una dura coraza.Tal vez por ese motivo, mantenía en silencio esa horrible visión de su madre, no quería describirle la forma tan violenta y dolorosa en la que la perdería.
Su madre lo miró con un dejo de preocupación y detuvo ese lento vaivén de las manos de Subaru para tomarle de la muñeca y ponerse frente a él buscando su triste mirada.
-Algún día pasará Shibutani
Le despeinó esa negra cabellera. Le encantaba la sensación del largo cabello de Subaru entre sus manos.
-Morir es lo más natural tal como lo es el vivir. No tengo miedo a que suceda y tú tampoco tienes por qué sentirlo.
-¿Y si duele?
Los ojos obscuros de Subaru se clavaron en su madre. La miró a los ojos con esa sensación de picazón en ellos que anunciaba un par de lágrimas a punto de asomarse.
-¿Y si… Tú sufres?.... Meiko… No quiero que sufras
-No lo haré, Shibutani. Tú siempre me has acompañado. Eres mi guardián, así que no debes preocuparte por nada. Pero sobretodo… No debes llorar cuando yo muera. Prométemelo… Yo estaré bien a dónde quiera que vaya. Recuerda muy bien esto mi pequeño: Nunca debes llorar por una partida, porque no te abandonan, sólo se mudan a otro lugar tal como lo hemos hecho nosotros. Así que no hay por qué sentirse tristes por eso…
-Pero…
Subaru quiso abrazarla, pero se contuvo. Encariñarse más ya no tenía sentido. Pensó fugazmente en irse esa misma noche durante la presentación de su madre para al menos recordarla así, tan bella y deslumbrante, sonriéndole tiernamente. Pero ese sueño no se iría hasta que él lo presenciará. De eso estaba seguro.
Esa noche, escuchó cantar a su madre como nunca antes lo había hecho y derramó un par de lágrimas por ella. Tal vez todo sucedería esa noche. El presentimiento se hacía más fuerte con cada minuto que transcurría y guardó las palabras de su madre Meiko como si fuese el único legado que le dejaría, inmune al dolor, inmune a las pérdidas.
-No puedo creerlo…
-Subaru es un chico extraordinario, Jin. Yo ya hubiera perdido la razón al saber que mi madre moriría de manera tan violenta.
Anika prende otro cigarro y levanta su mirada para poder observar mejor las estrellas. Deja escapar una bocanada de humo.
-Me pregunto ¿Dónde estará ahora Subaru?
-¿No sabes dónde está? ¿No son muy unidos acaso?
Jin sigue conduciendo a las afueras de la ciudad. Hábilmente, introduce una mano dentro de su chamarra de piel y saca un cigarro que enciende hábilmente con un zippo plateado.
-si, si somos muy unidos pero… como te dije, Subaru es un chico muy excéntrico porque tiene tendencias a desaparecer por mucho tiempo.
-¿Te sientes a gusto contándome la historia de tu amigo? No quiero presionarte ni mucho menos…
-Esto va a sonar demasiado loco pero… Confío en ti. No puedo explicar por qué, pero simplemente lo siento. Porque…. ¿Puedo confiar en ti, cierto?
Anika lo observa fijamente tratando de ponerlo nervioso. Jin sólo le sonríe mientras que, con una mano libre, le alborota el corto cabello.
-Por supuesto. ¿No te lo he demostrado ya? En el antro, en mi departamento, en el bar… Si hubiera sido otra persona, hubiera aprovechado cada momento para hacer algo indebido… ¿O me equivoco?
Ahora es él quien observa fijamente a Anika para después guiñar el ojo en un gesto de complicidad. En respuesta Anika le muestra la lengua para después dar un hondo suspiro y volver a un estado de seriedad que amerita la historia de Subaru.
Pasó un año desde aquella terrible visión. Pero ahora se aunaban otras nuevas, todas sin sentido alguno. No conocía a las personas en ellas, ni mucho menos los lugares. Una visión en particular se repetía constantemente: un orfanato cerca de un bosque y una niña de largos cabellos negros y ojos caramelo. También una extraña muñeca que habla. Demonios, Subaru estaba a nada de volverse loco.
Con el tiempo entendió que ese orfanato se volvería su nuevo hogar. Poco a poco fue cayendo en cuenta que pronto se encontraría con esa niña extraña, que se convertiría en alguien especial para él en todo momento. Esa relación estaba destinada por los azares del destino, de eso estaba seguro, en posteriores visiones, se veían separados pero sus futuros encuentros estarían llenos de afecto.
Por otro lado, sabía lo que desencadenaría ese encuentro, sería la muerte de su madre. La cual llegó mucho antes de lo que él esperaba.
Un día de invierno, subió las escaleras del edificio donde vivía tal como lo hacía siempre. Regresaba de la escuela y curiosamente estaba más cansado de lo normal. Sentía como si cada escalón se quedara pegado a sus pies y evitara que llegara a su departamento.
Lentamente introdujo la llave en la puerta y esta se abrió con facilidad. El interior estaba un tanto obscuro, cosa que no era raro ya que su madre dormía hasta muy tarde debido a su trabajo. Al cerrar la puerta tras de sí y calentarse un poco las manos, algo lo hizo ponerse en alerta. Un olor inundaba el pequeño departamento, el olor a estofado.
Se acercó a la mesa, el estofado seguía un poco caliente. La mesa esta puesta solo para una persona, pero lo que le hizo sentir un enorme hueco en el pecho fue una nota doblada al lado del servicio. Sin más, volteo hacia la habitación de su madre y entró corriendo, abriendo de golpe la puerta. La habitación estaba a obscuras, no había nada fuera de lugar y el perfume de su madre inundaba el lugar. Cuando su vista se acostumbró a la obscuridad, Subaru vio que su madre estaba acostada en la cama, parecía dormir. Iba a dar la media vuelta pero algo lo hizo acercarse, su madre tenía uno de sus mejores vestidos, rojo como el charco de sangre que había al lado de la cama. Temeroso, dio unos cuantos pasos a la cama y vio un frasco de pastillas para dormir tirado en el piso, lentamente tomó la mano de su madre, estaba fría y vio un corte profundo en la muñeca. Suicidio.
Nunca creyó que su madre se suicidaría. En sus visiones sólo veía una escena llena de sangre, por lo que siempre pensó que asesinarían a su madre, no que ella misma se quitaría la vida. Eso dolía más que cualquier cosa. Poco a poco se acercó al rostro de su madre, lo acarició como si se tratara de una escultura sumamente delicada. Dormía, si, con ese pensamiento se quedaría, su madre se quedó dormida. No había dolor en su rostro, tal como un niño que sueña con cosas hermosas. Una última mirada y el despido ya era inminente.
-Oyasumi…. Okasan…
Se inclinó para darle un beso en sus labios y acomodarle un par de mechones de su negro cabello. Regresó sobre sus pasos y cerró la puerta. Caminó de regreso a la cocina y, con manos temblorosas, abrió la nota sobre la mesa. Las palabras plasmadas en ese pequeño pedazo de papel, tenía la fina letra de su madre. En gran parte de la superficie se percibían los indicios de unas lágrimas. Lo que leía no parecía escrito por su madre, el hueco en su pecho se hacía más grande con cada palabra que leía.
Subaru-chan: Sé que nunca fui una buena madre. Sé que nunca tuve detalles maternales contigo. Lamento tanto haberte dado esta vida, es algo que siempre lamentaré con toda mi alma, aún a dónde iré. Lo que tienes frente a ti es mi último intento de ser una madre que recuerdes con cariño. Este estofado fue lo único que aprendí a cocinar, sé que no es delicioso, pero…
Perdóname Subaru. Sé que he sido una pésima madre para ti, lo sé porque siempre te he dejado sólo y ahora lo haré para siempre. No tuve otra opción. Es mejor que estés sin mí, de haber seguido a mi lado, sólo te hubiera llevado al caos que siempre ha sido mi vida.
Sé que estarás bien, siempre has sabido valerte por ti mismo. Eres un niño fuerte, valiente e independiente. Sólo espero que me perdones.
Fuiste lo mejor que me pasó en esta vida. Gracias por ser la luz que me sacaba de esta obscuridad en la que me sumerjo por siempre.
Adiós Subaru chan……
Subaru dejó a un lado la nota y se sentó en la mesa. El estofado estaba tibio y se sirvió un poco, mientras lo hacía, no podía evitar que las lágrimas salieran a borbotones. No, no era un niño fuerte, siempre creyó que sobrellevaría con facilidad la muerte de su madre pero no era así. Probó un poco del estofado e hizo una mueca de desagrado, el estofado estaba demasiado salado, la carne mal cocida y las papas casi crudas. Sin más, soltó una carcajada y siguió comiendo.
-Eres pésima cocinando Meiko…
La carcajada era sólo una pantalla para ocultar el llanto, pero no fue lo suficientemente fuerte para evitar que se recostara sobre la mesa y llorara la muerte de su madre.
Jin se detiene en un mirador a las afueras de la ciudad, la historia que Anika le había contado era sorprendente y podía ver cómo le afectaba la historia de su amigo Subaru.
-¿Estás bien Anika?.... Lamento haberte hecho contarme tan triste historia.
-Estoy bien, Jin. Simplemente me puse a pensar en Subaru. Si lo vieras ahora, no pasaría por tu mente que fue un niño con un pasado tan obscuro.
Jin se baja del auto y camina hacia el lado del copiloto, abre la puerta y ayuda a bajar a Anika con una cálida sonrisa.
-Vaya, este lugar es hermoso. ¡Mira esas estrellas! Tenía años que no las veía con tanta claridad.
-Sabía que te gustaría.
Jin saca las cajas de pizza y las cervezas para colocarlas en el cofre de su carísimos Ferrari. Abre la primera de las cajas y le ofrece el contenido a Anika quien toma una rebanada de pizza y la muerde.
-¿Pasó mucho tiempo para que Subaru llegara al orfanato?
Abre una lata de cerveza y la da un largo trago esperando la respuesta de Anika
-No estoy segura de cuánto tiempo haya pasado desde la muerte de su madre, pero fue un día de invierno.
Y un día de invierno bastante frío y lluvioso. Todos los niños estaban en el comedor envueltos en sus ropas acogedoras, de repente vieron que una de las encargadas llegaba con un niño un tanto mayor para el promedio de edad de los niños del orfanato. De repente, las demás educadoras voltearon a verlo con una mezcla de desconfianza e indulgencia ya que existían bastantes rumores sobre su llegada al orfanato; algunos decían que él había matado a su madre, otros que los yakuzas la habían asesinado.
Los murmullos se detuvieron cuando Subaru apareció en el comedor. Vestía unos jeans rotos, una sudadera de color rojo, una mochila y un estuche con una guitarra eléctrica. Tenía la mirada perdida y su cabello negro sujeto en una coleta. Todos los niños lo miraban con un poco de miedo, si, para sus 12 años de edad Subaru era el más grande del orfanato seguido de Anika quien aparece ataviada con un mandil una paliacate en el cabello sosteniendo una olla con estofado. Cuando el olor llegó a la nariz de Subaru, rápidamente comenzó a buscar la procedencia de dicho olor y sus ojos se cruzaron con lo de Anika, quien lo observaba un tanto intrigada. Subaru trató de mantener la calma, ese olor le recordaba la escena de la muerte de su madre, la cual todavía no podía superar, así que subió el cierre de su sudadera y se coloco el gorro de la misma.
-Que bueno que apareces Anika. Ahora que todos estamos juntos, quiero presentarles a Subaru Shibutani de 12 años, a partir de este momento formará parte de nuestra familia. Por favor recíbanlo con mucho afecto.
Los niños aplaudieron dándole la bienvenida. La maestra le dijo que buscara un lugar el cual encontró al final de la larga mesa.
-Ani-chan… ¿Cuántas veces te hemos dicho que no tienes que hacer de comer para todos? Ese no es tu trabajo.
-Si lo es. Voy a estar mucho tiempo aquí, así que debo pagar mi estancia en el orfanato o_ó.
La pequeña comenzó a servir el estofado a cada uno de los niños. Antes de la llegada de Subaru, ella era la mayor de todos y, por ende, la que tenía más tiempo en el orfanato.
-Eres todo un caso Anika… u_ú… Bien, cuando terminen todos de comer ¿por qué no acompañas a Subaru-kun a lo que será su nueva habitación?
-Si…
De manera callada llegó hasta el lugar donde se encontraba Subaru y, un poco retraída, llenó su plato con aquel estofado. Ese olor hizo que Subaru cerrara fuertemente los ojos para evitar derramar una lágrima, al ver esto Anika baja un poco más la capucha de la sudadera del chico, algo en el semblante de Subaru le decía que necesitaba un poco de privacidad. Por este acto, Subaru abrió los ojos y finalmente se encontraron con los de Anika, esos ojos caramelo le dejaron sin pensamientos por tan solo unos segundos. Ella lucía diferente, ella era diferente y de pronto recordó la mirada de su madre cuando le hablaba con serenidad y ternura. Esos ojos… Esos ojos ¿dónde los había visto antes?... ¿Acaso Anika sería esa chica con la que había soñado y estaba destinado a conocerla?
La comida transcurre sin problemas y tal como le había prometido a una de las encargadas, Anika llevó a Subaru a lo que sería su nueva habitación. Ella iba delante de él y ninguno de los dos pronunció palabra alguna durante el recorrido. Anika abrió la puerta y encendió la luz de la habitación la cual era exclusivamente para él; una cama sencilla, con una mesa de noche, un modesto escritorio y un pequeño baño. Una de las ventajas de ser mayor entre la comunidad de niños del orfanato, era que debías tener un lugar propio ya que las necesidades eran diferentes conforme pasara el tiempo.
-Pronto te acostumbrarás…
Dijo Anika tras un suspiro resignado al terminar de mostrarle su habitación. Abre la ventana para que una fría corriente ventile la habitación.
-¿Cómo tú?
Contestó Subaru en ese tono que se había convertido en algo tan característico en él. Claro, no quería ofenderla con esa brusquedad y sequedad en sus palabras pero sólo lo dedujo al ver que era la mayor de todos los niños en el orfanato, algo que seguramente era bastante difícil de soportar al ver como se iban sus compañeros y entraban nuevos niños con destinos infortunados. Anika lo observó un poco con enfado y, de pronto, la simpatía que por segundos le hizo sentir ese extraño se había esfumado por completo.
-Con esa actitud, sólo lograrás hacer tu estadía más insoportable…
Comienza a caminar hacia la puerta pero las palabras que Subaru dijo a continuación, congelaron completamente a Anika.
-Sé que esperas a que él regrese, que no tuviste la oportunidad de despedirte y por eso te has apartado de la gente. Lamento mi rudeza, Anika. Pero créeme, volverás a verlo. Toma no te ha olvidado…
Anika no podía creer lo que escuchaba. Aquel chico mencionando a la persona más importante en su vida, un completo desconocido. Poco a poco se fue acercando a Subaru, mirándolo fijamente a los ojos
-Cómo… cómo es que tú…
-No eres la única con dones que han marcado nuestra vida….
Lentamente se sienta en la cama y se quita la sudadera, duda un momento en si seguir confesándose con Anika quien claramente es la chica que aparecía en sus visiones. Con un movimiento rápido deshace la coleta y su negro cabello cae hasta sus hombros.
-¿De qué… Hablas Subaru?... ¿Cómo es posible que conozcas a…?....¡¿Lo has visto?!... ¡¿Cómo está?!
-Sólo aparece en mis sueños, en estas visiones que tengo… Fue así que supe que te conocería, fue así que supe que sufrirías y que el sufrimiento sería lo que nos uniría, por siempre…
Anika no podía creer lo que escuchaba de boca de Subaru. Ciertamente había algo raro en él, pero… ¿en verdad existía alguien como ella en este mundo? ¿Con dones extraños rodeados por el dolor y la tragedia?
-¿Visiones?
-Así es, muchas veces sueño con cosas que a la larga se cumplen o al tocar algún objeto o persona puedo saber cosas que han sucedido y las que sucederán. Es así que se que atraes a los fantasmas, que puedes ver espíritus y cosas peores…
La pequeña se sentó al lado de Subaru, colocó sus pequeñas manos en las del misterioso chico. Si, había dolor, había sufrimiento, había temor en esos ojos negros, esos ojos que habían visto cosas que nunca debió haber visto a tan corta edad.
-Entonces… ya sabías que…
-¿Me quedaría huérfano? Si… Vi que mi madre moriría…
Los ojos caramelo de Anika se llenaron de lágrimas y abrazaron rápidamente a Subaru. Este se quedó rígido ante tal gesto pero poco a poco fue relajando su cuerpo. Esta sería la primera de las tantas demostraciones de afecto que tendría Anika con él, así que debía al menos aprender a recibirlas.
-Está bien, Anika. Con el tiempo me fui haciendo a la idea, además… supe que algo bueno vendría con todo esto y eres tú. No sé qué demonios tengas dentro de ti, chiquilla, pero definitivamente estaremos unidos por siempre…
Anika lo miraba con los ojos totalmente abiertos, todo en él era fascinante. Nunca había visto a alguien como él. Por fin Anika se sentía identificada, se sentía… En familia. Aunque, como en toda familia, siempre había discusiones y contratiempos de los cuales ya se habían acostumbrado los demás integrantes del orfanato.
-¡Deja de hablar con esa muñeca tan fea, Anika!
-¿me permites? Estoy teniendo una plática privada con “Chirrina” u_ú
-... ¡Eres demasiado rara! -_-
-¡Tú eres peor, Subaru! ¬¬
-¡Por los menos los muertos me dejan en paz! ¬O¬
-¡Tú ves morir a la gente!
-¡Y a ti te hablan después de que los veo morir! -O-
Jin escupe todo el trago de cerveza que tenía en la boca y suelta una enorme carcajada que se escucha por todo el estacionamiento del mirador.
-¡¿Chirrina?!... ¿Es en serio?
-¡No te burles Akanishi!
Le pega con el puño cerrado en uno de sus hombros y después toma otro pedazo de pizza
-De acuerdo. Dime ¿Cómo fue que Subaru tuvo que ver con que tus padres te adoptaran?
-¿No te lo imaginas?
Anika prende un cigarro mientras lo observa fijamente.
-Una visión…
-Así es. Subaru tuvo una visión en donde veía la llegada de mis padres. Pero dicha visión no llegaría hasta después de otra visión que lo perturbó demasiado.
Esa visión en particular sería la primera que llegaría no en sueños, sino al tocar a una persona. Habían pasado los meses y Subaru se había adoptado completamente a la vida en el orfanato. Al igual que Anika, al ver que era el mayor de los niños decidió que debía retribuir en algo todo lo que estaban haciendo por él, así que se dedicaba a cuidar el jardín, a sacar la basura y a cargar las cosas pesadas que las maestras no podían.
Un día Subaru subió al ático donde dormía Anika para avisarle que había llegado la hora de preparar la comida, pero ella seguía dormida. Caminó hasta la cama y, al momento de tocarla una serie de imágenes se abalanzaron en su mente: Peligro latente, muerte, sangre, un ser obscuro que merodeaba el orfanato, que visitaba a Anika en las noches. Rápidamente retiró la mano del hombro de la pequeña y trataba de alejar esa horrenda visión. No, Anika no podía…
-Mmmm… ¿Qué pasa Suba-chan?
La voz de la pequeña lo hizo reaccionar y trató de ocultar su preocupación tratando de sonreír.
-Duermes mucho durante el día… Pareciera que algo o alguien te quita el sueño…
-¿Estás bien Subaru? Te veo muy extraño…
-Anika… Lo que te mantiene despierta, es una persona ¿Cierto?
La chica se quedó congelada al escuchar la pregunta de Subaru. ¿Cómo pudo adivinar eso? ¿O es que estaba desarrollando nuevos poderes? ¿Cómo pudo saber que ese chico la visitaba cada noche?
-Subaru… No tienes por qué preocuparte ¿Ne? Todo está bien
-¡No! ¡No está bien, Anika! No sabes lo que podría pasarte si sigues al lado de ese ser…
Los ojos de Subaru reflejaban claramente que no bromeaba acerca de esa extraña visión. Anika se abrazó a él para tratar de calmarlo.
-Confía en mi ¿Quieres? Todo saldrá bien. Él tiene mucho tiempo visitándome y hasta ahora no me ha sucedido nada. No me ha lastimado y…
-Tal vez no hoy… Tal vez no mañana…
-No pasará… No tendré el mismo destino que ella…
El mismo destino que su madre. Una muerte que lo marcó de por vida y por lo tanto temía que sus horribles visiones se repitieran de nuevo al no tener el valor de hablar con su madre sobre esa maldición, tal vez así ella se hubiera salvado. No podía permitir que por su cobardía se repitiera la historia. Subaru correspondió el abrazo y después sujetó con ambas manos el pequeño rostro de Anika.
-Así es, no lo tendrás y yo me encargaré de ello. Escúchame bien Anika, siempre estaré cuidándote, siempre. Tal vez nuestros caminos se separen y pase tiempo para que vuelvan a juntarse, pero eso no significará que me olvidaré de ti.
-Subaru…
Anika no pudo más que sonreírle y darle un beso en la mejilla, después tomó su mano y bajaron juntos para preparar la comida para los demás niños. Esa misma noche, como todas, sin falta, ese chico misterioso apareció en el ático acostándose en la cama de Anika, la cual despertó lentamente y le sonrió con un poco de tristeza.
-¿Qué sucede?
-Ne…
-Veo que algo está torturando esa cabecita tuya ¿Puedo saber qué es?
-Yo…
-Puedes contarme todo ¿Recuerdas?
-¿Serías capaz de lastimarme?
-Sabes que nunca lo haría…
El chico se quedó mirándola fijamente ¿De dónde surgió esa idea? Cuando le preguntó el motivo de ese temor, por primera vez Anika le ocultó algo a su ángel nocturno. Sólo le respondió que había despertado con miedo ocasionado por una pesadilla.
-¿No sospechó nada? ¿Por qué no le dijiste que Subaru había tenido una visión tan terrible que lo incluía?
Jin le ofrece la última rebanada de pizza a Anika y esta la toma para darle una enorme mordida.
-No quería crear enemistad entre ellos. Además, creo que muy dentro de mí creía que tal vez él lo lastimaría.
-¿Entonces nunca le hablaste de Subaru?
-Si lo hice… La misma noche que Subaru tuvo la visión acerca de mi adopción y… un encuentro con su pasado.
Pasó mucho tiempo para que Anika se atreviera a hablar de Subaru con ese chico. Un año y medio para ser precisos. Una noche, Subaru dormía tranquilamente hasta que un tipo de ansiedad comenzó a invadirlo, señal que una visión llegaría. Como si se tratara del inicio de una película casera, comenzó a ver lo equivalente a la estática que se crea cuando no hay señal en la televisión y de repente una luz blanca que lo cegaba por completo. Música, música Enka… La voz de su madre. Una familia ¿Acaso se trataba de la familia de su madre? Gritos, golpes, dolor, llanto, honor, deshonra. Dos personas mayores, arrepentidos, emprendían una búsqueda por aquello que quedaba de su hijo.
Subaru despertó bañado en sudor. ¿Qué había sido eso? Bien era cierto que su madre nunca le contó sobre su familia. Ni de su padre… ¿Tendría que ver eso con su cambio de Osaka a Tokyo? Se levantó de la cama y salió a dar un paseo por el jardín para refrescarse y refrescar su mente. ¿Quiénes serían esos ancianos? Sus abuelos maternos no, puesto que había una fotografía de ellos en la cartera de su madre. ¿Abuelos paternos?... ¿Por qué? ¿Por qué ahora? Si nunca hicieron nada por acercarse a él cuando tenían oportunidad ¿Por qué nunca lo hicieron antes de que su madre muriera?
Tantas cosas pasaban por su mente, las imágenes volvían de golpe haciéndose cada vez más claras. Ellos vendrían y lo harían por él. Lo llevarían de regreso a Osaka. Dio un hondo suspiro y miró las estrellas. ¿Qué era este sentimiento? Debería odiarlos por no haber entablado comunicación cuando era niño, por no haber entablado un lazo afectivo…. Pero algo dentro de él le decía que debía aceptar lo que llegaran a pedirle. ¿La necesidad de una familia era tan grande como para aceptar a unos completos extraños?
Cuando dio vuelta para regresar a su habitación, ahí estaba Anika con su pijama tres tallas más grande, abrazando a su muñeca. Lo observaba con cierta preocupación así que Subaru se acercó y le alborotó con cariño el cabello.
-¿Qué haces despierta a esta hora? Te llevaré a tu cama…
-No puedo dormir… Tuve una pesadilla…
-¿Qué soñaste?
-Mujeres… Venían por mí… Querían algo que yo tenía y…
-Fue sólo un mal sueño… ¿Quieres que me quede a dormir contigo?
-Si… ¿Subaru? ¿Vas a irte?
Subaru abrió los ojos al escuchar las palabras de la pequeña. ¿Tan trasparente era para ella?
-Vamos a dormir Anika. Hablaremos de ello otro día…
Una sonrisa para tranquilizarla y ambos emprendieron el camino de regreso, pero ahora al ático donde Subaru le haría compañía. Al llegar, Anika se apresuró aventándose a su cama abarcando todo el espacio. Era una costumbre que tenía, sobre todo para invadir el lado de la cama donde Subaru sólo podría concebir el sueño, siempre con una sonrisa traviesa, reacción que hacía que el chico tratara se bajarla de la cama pero Anika lograba escabullirse entre sábanas y cobijas haciendo un tipo de capullo. Sin embargo, Subaru no quería pelear con ella esa noche, sólo quería estar con la única persona que había llegado a su corazón después de la trágica pérdida de su única familia: su madre.
Se recostó junto a ella y le dio un beso tierno en la frente, acto que causó en Anika mucha más ansiedad. ¿Por qué Subaru se mostraba tan condescendiente con ella? ¿Era una despedida acaso? ¿Otra amarga despedida se aproximaba? A diferencia de Toma, Subaru parecía demostrarle que la haría sentir amada hasta que él tuviera que partir.
-No quiero que tú también me abandones…
Dijo Anika en un suspiro mientras bajaba el rostro y se aferraba más a su vieja muñeca.
-¿Eh?
Subaru suspiró consternado porque ni él mismo tenía idea de si se irá de ese lugar en una semana, en un mes… Podrían pasar años para que eso sucediera.
-Anika, yo…
-Estoy cansada de que todos a los que llego a querer, a los que les entrego mi corazón, me abandonen.
Cuando pudo verla a los ojos, observó que estaba a punto de llorar. Nunca la había visto en ese estado tan vulnerable desde que había llegado al orfanato.
-Yo…
Subaru se quedó en blanco ante aquella mirada suplicante, aquella mirada triste y sin más la abrazó atrayéndola más a él.
-Nunca te dejaré. Ya te lo he dicho… Algo nos une Anika, es un lazo más allá de la amistad, más allá de un lazo familiar…. Es algo más fuerte que ni el tiempo ni la distancia lograran romperlo.
Anika no quería escucharlo. En lugar de darle seguridad no hacían más que acrecentar el dolor a perderlo como a Toma tiempo atrás.
-¡Cállate! ¡No quiero saber más! ¡No quiero!
Reclamó Anika soltando un pequeño grito de desesperación mientras las lágrimas recorrían sus mejillas. Se resguardó en el pecho de Subaru mientras lloraba en silencio. El corazón de éste dio un vuelco de compasión mezclado con ternura.
-¡Ahoka!
Dijo con ese marcado acento Kansai-ben mientras sonreía con tristeza y, tomando la vieja muñeca, la lanzó lo más lejos que pudo para poder sentirse más cerca del pequeño cuerpo de Anika, que temblaba como una hoja en plena tormenta.
-No tengas miedo a perder la cercanía que nos une, Ani-chan…
Recargó su mejilla en la frente de Anika. Suspiró observando el techo de madera del ático buscando las palabras que no hirieran más a su amiga.
-Nuestro encuentro fue con un propósito… El estar juntos para aprender a soportar nuestras vidas solitarias… Nuestras almas son compañeras en este viaje sin final y no importa el peligro o lo difícil que sea, volveré a encontrarte… No te dejaré sola porque tú complementas mi alma y tú la mía… ¡no te dejaré caer!
Con los ojos cerrados, le regaló un tierno beso en la frente. Cuando por fin los abrió, se sorprendió un poco al verla dormir plácidamente entre sus brazos y no pudo más que sonreír, lo cual hizo sin ánimos de hacerlo realmente, pero la escena le pareció lo más tierna y reconfortante.
-Espero que siempre escuches mi voz, Anika… Solo eso espero, porque yo siempre estaré escuchando la tuya…
Suspiró suavemente y se abrazó más a esa chiquilla que le hacía sentir por fin, después de la muerte de su madre, la necesidad de amar a alguien sin el miedo de perderle.
Tras poco tiempo, también había logrado conciliar el sueño y, sorprendentemente, ninguno de los dos tuvo pesadillas esa noche.
El tiempo pasó y al cabo de 3 meses aparecieron los abuelos de Subaru en el orfanato. La pareja, ya entrada en edad pero bastante bien conservada y fuerte, se bajó de un auto de lujo. Aunque sus ropas eran bastante simples y sencillas, se veía que eran de prestigiosos diseñadores.
Cuando entraron a la oficina de la directora lo hicieron con el porte que sólo tienen las familias adineradas por generaciones. Subaru estaba oculto detrás de la ventana que daba a una parte oculta de la escuela, ahí escucho una historia que lo dejaría helado. Su historia.
El padre de Subaru provenía de una familia cuyo negocio de exportaciones de diferentes tipos, lo habían hecho quedar en un lugar primordial en la sociedad de Osaka. Conoció a la madre de Subaru en una fiesta organizada por una de las empresas en el bar donde trabajaba como cantante. ¿Amor a primera vista? No se sabía con certeza, pero desde el momento en que sus ojos se cruzaron, fue como si una atracción magnética se apoderara de ellos.
En ese entonces, el padre de Subaru tendría unos 25 años mientras su madre 17. Las visitas al bar fueron más frecuentes y, en cierta manera, el muchacho “acosaba” a la chica. No fue hasta un par de meses después que comenzaron a salir. Ella no tenía idea de que su actual novio era el heredero de un imperio mercantil. Por esta razón, los abuelos paternos estaban en contra cuando se enteraron que tenía una relación con una sucia cantante de un bar hostess, sin familia, sin estudios, simplemente nadie.
Amenazaron con quitarle su lugar en la empresa y desconocerlo como su hijo, cosa que no hizo más que empeorar las cosas puesto que, de la noche a la mañana, sus padres desaparecieron. Nadie sabía su paradero hasta que lo vieron de regreso a Osaka con una chica con un embarazo muy avanzado. Habían tenido una sencilla ceremonia en donde habían contraído matrimonio, desgraciadamente no lo habían hecho ante la ley, pero su padre estaba decidido a reconocer ante la sociedad, pero sobretodo ante sus padres, a su esposa y al hijo que venía en camino.
El primer acercamiento fue desastroso, al no encontrarlos en su casa fue directamente al único lugar donde estarían: las oficinas centrales de su gran imperio. No debió haber ido, lo corrieron como si se tratara de una paria. Cuando estaba a punto de irse, la abuela se acercó para tratar de mediar las cosas por lo que lo invitó a cenar en su casa esa misma noche.
La madre de Subaru estaba muy asustada por la situación, no sabía cómo iban a reaccionar y estaba decidida a acompañarlo, pero su padre no lo permitió puesto que su embarazo era de alto riesgo. Cuando el joven se acercó para despedirse, la madre de Subaru tuvo un horrible presentimiento, le pidió por todas las maneras posibles que no fuera esa noche, pero su padre la tranquilizó con un beso tierno en los labios.
Sería el último que recibiría. Su padre murió camino a la casa de los abuelos. Un fatal accidente. Una tormenta decidió caer de improviso y en una curva, el auto derrapó cayendo sobre un acantilado. Nunca tuvo la oportunidad de hablar con sus padres, nunca tuvo la oportunidad de buscar seguridad para su esposa e hijo.
La muerte de su hijo había sido la más dolorosa lección que les había dado la vida. Por ello trataron de ponerse en contacto con la madre de Subaru, pero esta había desaparecido de nuevo. No fue hasta que ya había dado a luz cuando volvieron a saber de ella. Había regresado a trabajar al bar de siempre y vivía junto con Subaru en un humilde departamento.
Los abuelos se acercaron a ella para pedirle una oportunidad de conocer a su nieto, pero la mamá de Subaru se negó rotundamente. No estaba dispuesta a perder a Subaru por culpa de ellos al igual que había perdido a su esposo. Les había dicho que nunca lo conocerían y nunca formaría parte de su asquerosa familia. No tenían derecho después de haberle dado la espalda a su propio hijo. No, no iba a permitir que se repitiera lo mismo.
Lo que no se imaginaba, es que los abuelos la volverían a encontrar en Tokyo. Le habían suplicado que les dieran una oportunidad, le darían todo lo que se merecían si accedían, pero nada compensaría la tranquilidad en la que vivía Subaru. Fue por eso que había decidido llevarse el secreto a su tumba. Fue por eso que su madre se arrebató la vida.
Subaru ahora comprendía todo. Su madre tenía miedo, su madre cargaba una enorme cruz que poco a poco fue acabando con su vida. Por eso habían estado huyendo, por eso habían sufrido tanto. No podría creer lo que estaba escuchando ¿Por qué habían sido tan crueles? ¿Por qué le habían quitado a su familia?
Una de las encargadas lo había estado buscando para llevarlo con la directora y presentarle a sus abuelos. Los odiaba, no quería verlos, no quería saber nada de ellos, pero un sentimiento dentro de él comenzó a surgir, envenenando su alma: La venganza. Al llegar a la oficina, los abuelos rápidamente se levantaron para recibirlo. La abuela no pudo evitar llorar cuando sus ojos se posaron sobre los de Subaru.
-Eres igual a él…
Había sido lo único que pudo decir. ¿Igual a él? ¿Acaso su padre también había sido un fenómeno con una maldición? Su abuelo, alto con mirada recia y porte estricto, se acercó para colocar una mano sobre su hombro.
-Te hemos buscado por todas partes y al fin te hemos encontrado... Hijo…
¿Hijo? Ese señor había matado a su hijo, ese señor había matado a su madre. No, no era posible que ahora pidieran perdón. No, él no se los daría.
Después de ese encuentro tan hipócrita por su parte, la directora accedió a comenzar con el papeleo de la adopción de Subaru. Por supuesto, el nombre Shibutani había hecho peso para que se acelerara el proceso puesto que formaría parte de esa familia para la próxima semana. Después de un abrazo familiar tan vacío, una nueva visión se hizo visible: Lluvia, fuego, lágrimas, dolor, sufrimiento, su sufrimiento.
Subaru estaba decidido. Haría todo lo posible por vengar la muerte de sus padres, los haría sufrir como ellos los habían hecho sufrir. Se ganaría su confianza, se ganaría su cariño y después, rompería sus estúpidas ilusiones, esa estúpida necesidad de redimirse.
Conforme pasaron los días antes de la adopción de Subaru, Anika pudo ver un lado de él que no conocía, ya no era ese pre-adolescente que había llegado. No, se comportaba como un hombre ya, aún cuando tenía 13 años. Algo en su mirada se había obscurecido, algo en su mirada ardía.
Cuando llegó el día, Subaru bajó totalmente diferente a cómo había llegado. Ya no se veía tímido, ahora mostraba cierta madurez, cierta masculinidad y agresividad manifiesta. Cuando vio que sus abuelos lo esperaban, no les dirigió palabra alguna, simplemente les hizo una leve reverencia y les entregó la mochila con sus pocas pertenencias. Agradeció tanto a la directora como a las encargadas del orfanato con una leve sonrisa por todos los cuidados hacia su persona, hasta que sus ojos se cruzaron con los de Anika.
Ahí estaba ella, bajando lentamente las escaleras. No había podido dormir puesto que sus ojos lo delataban ¿Era posible que una niña de esa edad tuviera ya ojeras? Subaru se acercó rápidamente a ella y la tomó de las manos. Cerró los ojos y sonrió. Se acercó al oído de la chica y le susurró.
-Anika. No estés triste… volveremos a vernos. Eres la única familia que me queda.
-Suba-chan…
-Antes de irme… Tengo algo importante que decirte… Ya no estarás sola. Pronto dejarás el orfanato…
-¿Eh?...
-Pronto… Deslumbrarás a una familia y… Querrán pasar más tiempo contigo… Te adoptarán muy pronto.
-No… No quiero Suba-chan… Quiero ir contigo…
-No puedes Anika. Pero no te preocupes… ¿Ne?... Cuando menos te lo esperes… Ahí estaré, cuidándote. Aunque la distancia sea enorme, si me necesitas, te encontraré. Así que sonríe por favor… Regálame una última sonrisa, la necesito para soportar lo que me depara el destino…
Anika se limpió las lágrimas sus pequeñas manos y sonríe para Subaru. Este dejó escapar una pequeña lágrima mientras sujeta el rostro de la niña con ambas manos y le besó en ambas mejillas.
Había llegado el momento…
Subaru se había ido.
Jin coloca una mano en el hombro de Anika para poder atraerla a él en un abrazo. Ella estaba mirando fijamente el paisaje nocturno.
-¿Estás bien?
-Si… Sólo un poco cansada.
-¿Quieres que te lleve a casa?
-No, ahí está Tegoshi y debo respetar su espacio. ¿Podrías llevarme de regreso al bar? De cualquier manera mañana tengo que ayudarle a Aibu a recibir a los proveedores temprano.
-Por supuesto… pero ¿Estarás bien?
-Claro, no te preocupes… Además, sólo será por unas cuentas horas. Son las 4 de la mañana… Disculpa si te he mantenido despierto tantas horas.
-Oye… No creas que te librarás de mí tan fácilmente… Apenas me has contado la mitad de tu historia…
Jin abre la puerta del copiloto para que Anika pueda entrar, no sin antes ponerle su chamarra de piel puesto que el frío había aumentado.
-¿Acaso eres masoquista Jin?
-¿Te gustaría que lo fuera?
Le dedicó una sonrisa bastante insinuante y pícara a lo que Anika respondió con un golpe en el brazo.
-Ya quisieras Akanishi…
Los dos soltaron una carcajada y emprendieron de nuevo el camino de regreso, el cual duró menos puesto que no había ya tráfico. Al llegar de nuevo a la puerta trasera del bar, Jin se baja para poder asegurarse que Anika entre con bien.
-Mañana tenemos una cita…
-Estás loco, Jin… ¿No te cansas?
-No… así que prepárate.
-¿Por qué? ¿Qué demonios planeas?
-Ya lo verás… Será especial, confía en mí
-Sí, definitivamente estás loco…
Anika saca las llaves para abrir la puerta, prende la luz del pasillo y da la media vuelta para poder observar a Jin.
-Bien… Buenas noches, Jin. Gracias de nuevo…
Jin se acerca lentamente a Anika y, al despedirse, le da un beso en la comisura de los labios. Al retirarse sonríe de lado y le guiña el ojo antes de subir de nuevo a su auto y alejarse. Anika se queda congelada por ese gesto de Jin. ¿Qué estaba pasando entre ellos dos? ¿Tan pronto habían creado un lazo tan íntimo?
Confundida, pero más que nada cansada, entra y tras pasar por la penumbra del área del bar, no se percata que la figura de un chico sentado en una sillón la observa desaparecer por las escaleras.